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Esta mañana amaneció la campiña cordobesa con niebla. Tras un buen desayuno cogí el coche y me dirigí a una de las localizaciones anotadas en mi moleskine.
Me fascina como las nubes bajas acarician el horizonte,
como pasan de puntillas frente a nosotros para nunca más volver.
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Pescador de brisas,
cobijador de sueños.
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Momentos en los que, de repente, el tiempo se detiene… para dar lugar a la eternidad.
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Buscad, encontrad y mantened la mirada serena…
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Evocación otoñal de un presente lejano,
sobre la doble paradoja del sosiego y la pugna crepuscular,
la benignidad y la iniquidad.
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¿Dónde se hallarán las devociones y mimos que concedimos?
¿Dónde se encontrará el verdadero paraíso de los anhelos perdidos?
¿Dónde reposarán los rastros olvidados?
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En algunas culturas, el pino representa la inmortalidad y el poder de la fuerza vital. Cuando los demás árboles pierden sus hojas, las coníferas permanecen siempre verdes aunque estén cubiertas de nieve.
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Los olivos de tres pies eran muy corrientes en épocas pasadas cuando aún no habían llegado las explotaciones superintensivas y la mecanización de la recogida de aceituna.
Hoy, en muchas ocasiones, estos olivos son vendidos por sus dueños con fines ornamentales.
Un dinosaurio de nuestros campos.
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