Pretender arraigar entre las dunas del desierto…
Abertura f16
Velocidad 1/10sg
Objetivo Canon EF 24-105/4 L IS USM.
Longitud focal 40mm
Modo Manual
Medición Evaluativa
ISO 100
Trípode
Pretender arraigar entre las dunas del desierto…
En Arag Zahar, nuestro guía saharaui Mahjoub se retiraba a la cima de las dunas más altas para proporcionarnos una referencia con la que orientarnos.
Arrodillado sobre la fría arena de Arag Zahar(Marruecos), muy cerca de la frontera con Argelia, captando las caricias de los primeros rayos de sol sobre las suaves texturas de las dunas. Así me fotografió Elisabeth aquel inolvidable amanecer.
Si os fijáis, podréis ver como cortinas de arena son arrastradas por el viento en las aristas de las dunas. Está claro que el desierto no es el mejor lugar para andar cambiando de objetivos… Yo tiré todas las fotos con el 24-105mm.
Muchas gracias por la foto, Eli.
Cuando nos obsesionamos podemos caer en la perseverancia o en la obstinación. Laurence Sterne decía que la perseverancia era la constancia y firmeza para conseguir algo bueno, y que cuando esa constancia y tesón se ponía en intentar algo inútil e improductivo se llamaba obstinación.
Seamos perseverantes y huyamos de las obstinaciones.
Esta fotografía la obtuvimos una madrugada de marzo en las grandes dunas del Sáhara.
Las jaimas son tiendas de campaña que utilizan los nómadas como viviendas en el desierto.
Al término de una sesión fotográfica al atardecer en las dunas marroquís, nos encontramos a unos amigos saharauis de nuestro guía Mahjoub. Como muestra de su hospitalidad nos invitaron a pasar a una de sus jaimas y a compartir un té moruno con ellos.
Aquella situación la había vivido años atrás en el desierto de Wadi Rum (Jordania). En aquella ocasión fueron unos bereberes los que nos obsequiaron con su generosidad y simpatía.
Esta es una pequeña jaima que se encontraba a pocos metros de la tienda donde nos tomamos la infusión.
Antes de las 6am llegamos a las grandes dunas. Hacía mucho frío aquella noche. Mahjoub encendió una acogedora hoguera con unos troncos que transportaba en la baca de su 4×4.
Todavía no había amanecido. Pensé que debía usar la luz del fuego para retratar a nuestro amigo saharaui.
El autorretrato es una modalidad fotográfica muy recomendable. Además de inmortalizar un instante de nuestras vidas, se trata de un ejercicio de autoanálisis.
Trípode, enfoque manual sobre la zona en la que nos vamos a colocar y temporizador. Una fuente de luz lateral nos ayudará a proporcionar volumen.
En esta ocasión, no vacilé en utilizar una apertura pequeña del diafragma (f16) para garantizar una profundidad de campo considerable.
Obtenida a las 6.51h de la mañana. Aún recuerdo la fría arena de aquellas horas.
Curiosa controversia alrededor del nombre de los mamíferos artiodáctilos que viven en las zonas arábigas y norteafricanas…
Cuando estuve en Lanzarote todo el mundo se obstinaba en llamar «camellos» a los sufridos «dromedarios«.
El camello es un mamífero artiodáctilo de Asia central con dos gibas en el dorso, y el pelo más largo que el dromedario.
Los dromedarios, con una sóla joroba, son más resistentes en las largas travesías que los camellos.
Actualmente, la mayoría de los «dromedarios» son atracciones para los turistas.
Este es el «dromedario» con el que Mahjoub, nuestro estimado guía saharaui, nos llevó al interior del mar de dunas.
Siento no haber podido publicar antes, pero como muchos sabéis he estado de viaje por Marruecos en busca de las fotos que faltaban para el libro.
A dos horas en 4×4 de Mhamid (Marruecos), muy cerca de Argelia podemos encontrar Arag Zahar. Un mar de dunas, un psicotrópico natural para los sentidos.
Como decía mi buen amigo Javier González: el gran desierto del Sáhara proporciona una experiencia tan fuerte como los impactantes paisajes de Islandia.
La foto fue obtenida a las 7.13h.
Desde aquí, queremos transmitir nuestro más sincero agradecimiento a Mahjoub, nuestro guía saharaui, por su buen hacer y simpatía.
Obtenida la primera tarde de CdG III en la playa de Mónsul (Almería-España) en compañía de mi buen amigo Pedro.
Recuerdo lo que nos costó subir aquellas dunas con todo el equipo fotográfico encima. Los pies se hundían en la fina arena dificultando la ascensión. Pero al final… sacamos las fotos.
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