Aquella tarde primaveral caminaba por la campiña cordobesa entre trigales, florecillas silvestres y barbechos.
Las florecillas se marchitaron, los barbechos se sembraron, y los trigales que se doraron al sol ya fueron segados.
Otro ciclo completo, un nuevo ciclo comienza.
Ahora sólo es un recuerdo hasta la primavera que viene.